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16 DE SEPTIEMBRE DE 2023
QUINTA MAYDA
Capítulo 1: La obsesión por una bailarina

Los días de don Carmelo Giménez se volvían aburridos en Yaritagua donde con trajes europeos se paseaba por las calles de las cuales prácticamente era el único dueño. Su fortuna, amansada por su negocio “Mercantiles el globo” se hinchaba tanto como el nombre. El pueblo le quedaba pequeño y fue entonces cuando llegó a Barquisimeto un espectáculo francés que lo podría sacar de la aburrida monotonía.
El día del espectáculo llegó y aprovechó a utilizar una de sus mejores ropas para poder ver a los delicados artistas que procedían del viejo continente. Traían cultura de calidad a una Venezuela que se batía entre la industrialización y el trabajo del campo. La cultura francesa venía en auge por la moda impuesta por el “Caudillo” Guzmán Blanco quien, obsesionado con París, decidió volver a Caracas en una “Paris caribeña”. Se mandó a construir bibliotecas, calles empedradas, faroles y plazas de urbanismos similares a la francesa. Fue entonces que grandes arquitectos decidieron llegar a Venezuela para ayudar a esta idea de “afrancesamiento” venezolano. Roland Coultrox llegó a Barquisimeto e inició obras de gran envergadura como fue el cuartel general Jacinto Lara y el Parque Ayacucho. Don Carmelo se sentó en su asiento y no pasó mucho tiempo cuando vio a aquella mujer, se movía como una dulce garza en ese escenario ofreciendo un espectáculo celestial que le llegó directo al corazón. Se percibió sudando y agitado, estaba flechado de amor a primera vista.
Con sus influencias, logró invitar a todos los artistas a una cena de lujo. En un gran banquete donde no se escatimó en gastos, se agasajó a todos los artistas traídos por la compañía Filo Vagontier. Entre cristalería fina, shefendis de plata y vajillas de porcelana francesa se ofrecieron los mejores platos a los artistas que quedaron gustosos con todas las atenciones exclusiva que recibieron de su agasajador. Avanzada la noche don Carmelo, después de tomar un coñac para los nervios, se acercó a la joven bailarina y fue cuando la exploró visualmente a detalle y quedó deslumbrado. Su pelo castaño claro caía hasta sus hombros, pudo ver sus ojos azul verdosos imperfetos que se mezclaban con unas pocas trazas marrones dándole un tono multicolor que lo trasladaban a un arcoíris de paz. Su cara perfilada con tez blanca porcelanizada se seguía con su largo cuello esbelto. Terminando en unos dulces hoyuelos en la parte superior del tórax formados por sus tonificados trapecios y las clavículas. El resto de su figura esculpida por años de practicar danza le conferían un molde escultural. Entonces vencido, don Carmelo más que enamorado se dejó llevar por los sentimientos que le producía esa bella mirada y su dulce tono de voz que, en foráneas palabras le enamoraban más y más.
Para grata sorpresa de él, congeniaron al momento y comenzó un pequeño romance de ensueño. Por las calles se corrió rápido la voz que la hermosa joven bailarina francesa había embrujado a aquel rudo y serió hombre de negocios. El tiempo de partir de la compañía Francesa de bailes empezaba a llegar y don Carmelo sintió angustia al ver como la mujer de sus sueños, ahora hechos realidad, se podría esfumar de la noche a la mañana.
-No es mi país, extraño mi acogedora casa a las afueras de París. -Le dijo la bella francesa en su peculiar tono.
-¡No te alejes de mí! Te traigo tu casa de Paris si es necesario.
-Si eres tonto Carmelo. Es más fácil hacer una.
Y como si fuera un deseo pedido a un genio, la señorita obtuvo mas que una casa. Una mansión diseñada por el mismo Roland Coultrox con las características mas remarcadas de la cultura francesa le fue ofrecida sin ningún tipo de pago más que su compañía. Adornada con cuadros, alfombras y muebles importados, fueron colocados para mejor comodidad de la francesa. Sus grandes jardines con hermosas flores adornaban los alrededores convirtiéndose en la casa mas hermosa que se podía observar en kilómetros.
Cualquier deseo o capricho de la francesa era cumplido al instante, se había convertido en una obsesión para don Carmelo mantener feliz a cualquier costo a su amor platónico. Don Carmelo no hablaba de otro tema que no fuera de su “Diosa”.
Los días pasaban y el aburrimiento de la francesa era cada vez mas llamativo. Los trabajadores domésticos entre cuchicheos intercambiaban chismes de las peleas de los dueños. Ella deseaba volver a las tablas, los pies y el cuerpo le pedían moverse al son de la música.
Una carta que llegó de París lo revolvió todo. Pedían el pago total de una gran deuda que tenía la joven, ella llegó a pensar que en esas tierras lejanas no la encontrarían. Un poco decepcionado se sintió don Carmelo al enterarse que era una de las razones por las cuales ella había decidido quedarse, hasta el momento siempre pensó que solo el amor la había movido a quedarse con él en tierras lejanas.
-¡Tengo que pagar mis deudas en Paris!
-¿Me vas a abandonar?
-No puedo seguir jugando al matrimonio mientras los intereses se me siguen acumulando. Yo no sé si estaré contigo toda la vida.
-Yo estoy dispuesto a casarme contigo si así lo deseas.
-Pídemelo como se debe y sabrás mi respuesta. Mientras tanto tengo que pagar estas deudas.
-¿Qué necesitas?
-Que me prestes el dinero para ir a Paris, pagar estas deudas y volver.
-¿Por qué no me habías dicho nada? Sabes que con solo pedirlo te lo daría.
-¿Me lo darás?
-Solo si prometes que volverás a mí.
-Volveré te lo prometo. Pero, tendremos que hablar de algún show para yo actuar. No puedo seguir encerrada de por vida.
-¡Te hare un teatro para ti sola! Si es necesario.
-Que hermoso te portas conmigo Carmelo. Gracias.
El día de la despedida había llegado. Triste, pero con el corazón lleno de esperanzas por un rápido retorno, ayudó a su chica francesa a dar los últimos pasos para su viaje. Estando en la parte de debajo de la casa le pidió el favor a don Carmelo que le buscara su bolso de mano que había dejado olvidado en el desván.
El corazón de don Carmelo se destrozó en pedazos al mover la maleta y caer al suelo otra carta que ocultaba su amor platónico.
Mi querida:
Espero que te haya llegado la carta del banco con la supuesta deuda. Te extraño mucho y ya quiero que vuelvas a mis brazos, se lo mucho que sufres a lado de ese tonto. Ya falta poco para reencontrarnos. Con esa gran cantidad de dinero podremos rehacer nuestras vidas.
Con amor. Bastián.
La ira lo invadió, pero ocultó sus emociones. Con cólera en el interior de su ser, bajó y le dijo al chofer que él en persona llevaría en el carro a su futura esposa a puerto. Quería que fuera una despedida personal. Don Carmelo hirviendo por dentro manejaba sin perder de vista el camino, no podía siquiera mirar a aquella estafadora francesa. No era el dinero lo que le molestaba, tampoco era el engaño de ella. Era la idea de haber vivido en una mentira pensado que su amor platónico era correspondido. Estaba tan ciego de amor que por primera vez se dio cuenta que aquella muñeca preciosa, fría y calculadora nunca le había dicho que lo amaba. Los gestos de amor eran solo una actuación mas de una bailarina experta de teatro que sabía moldear sus sentimientos. El odio incrementaba cada kilómetro que recorría y fue cuando ella se percató que se estaban saliendo del camino que ella habló.
-Carmelo donde me lle…
Frenó rápidamente provocando que la francesa saliera despedida hacia adelante en su Cadillac B que no tenia parabrisas. Aterrizó con la cara en el camino de arena provocándole una quemadura por fricción en su bella cara deformándole el rostro al instante. Al bajarse del carro en ese camino desolado. Se vieron a la cara los verdaderos monstruos que eran. El vio, en aquella cara desfigurada, a una bruja manipuladora, desalmada incapaz de amarlo. Y ella, vio en él al diablo personificado que, vestido de traje y corbata se acercaba a ella con un bastón de roble fino el cual blandió una y otra vez en su cráneo hasta convertirlo en una masa deforme por donde, en ciertas fisuras, sobresalía la masa encefálica. Cansado, vio su bastón roto y lleno de sangre, se quitó el saco y lo colocó encima de aquel cuerpo muerto que alguna vez fue su gran amor.
La cotidianidad siguió en aquella gran casa de estilo francesa por un tiempo. Sin saber porque, los trabajadores sentían que la casa se llenaba poco a poco de oscuridad mientras la tristeza de don Carmelo era visible y altamente agobiante. Se rumoraba por toda la ciudad que aquella chica francesa lo había abandonado con el dinero que le había regalado dejándole el corazón totalmente destruido. Lo que nadie sabía es que el cuerpo de aquella desafortunada chica francesa yacía en el patio de atrás donde aquel fatídico día, sin que nadie se diera cuenta la había enterrado.
A Paris llegó en barco una chica que se hizo pasar por la francesa, luego de sobornos a los agentes de migración, con dinero suficiente para comenzar una nueva vida en el viejo continente. Nunca se supo de Bastián, pero se cree que al saber con certeza de la llegada de su chica a Paris y su inexplicable ausencia. Lo más probable es que creyera que le hizo a él, lo mismo que planeó con aquel empresario venezolano.